INTIMIDADES DESAHUCIADAS
Entrar en hogares, fotografiar los objetos personales, hacer un retrato. Intimidades. Pero no cualquier intimidad. Es la de años de sufrimiento, la destrucción de las personas a través de su más preciado bien: su hogar. La ciudad que acoge la Copa de América de Vela 2024, maltrata a sus habitantes y trabajadores. Los expulsa de sus barrios, los deja sin su casa, no importa la edad ni la condición: el modelo neoliberal prioriza el dinero y los beneficios para los que más tienen y anula el repartimiento de la riqueza y los derechos humanos, el derecho a una vivienda digna. Así el lugar de vida, el hogar, se convierte en un NO HOGAR pendiente de la expulsión. Mientras desaparecemos en las pantallas digitales que determinan nuestras experiencias y nos protegen de la realidad, nos encaminamos hacia un mundo sin cosas, sin cuerpos, sin hogares, sin derechos, banalizado, manipulado y controlado por las redes y medios de comunicación. Así los compradores, inversores, propietarios, utilizan decenas de formas de engaños de mobbing inmobiliario con triquiñuelas legales que utilizan los abogados y los jueces para expulsar de los hogares a sus habitantes. Y es que no es nada personal, solo son negocios.
LA FAMILIA DE CECILIA
El año 2014, Cecilia y su compañero Carlos junto con su hija mayor, alquilaron una habitación en la avenida Rasos de Peguera de Ciutat Meridiana. Cecilia trabaja de limpiadora y Carlos sacaba algo haciendo tatuajes. El subarrendador, que se quedaba el dinero y no pagaba el alquiler, desapareció a mediados de 2017 cuando ya tenían tres hijos. Al cabo de poco tiempo les llegó la demanda de expulsión que finalmente se llevó a cabo en 2023. Sin ayuda social y ninguna solución habitacional posible, la familia acabó en una pensión en otro barrio que el de la escolarización de los hijos, subcontratada por el ayuntamiento ya que este no ofrece ninguna solución habitacional.
LA ESPERA DE VIRGINIA
Antonia y Aaron se dedican a la venta ambulante en mercadillos del norte de Barcelona. Antonia espera a Virginia desde hace de 7 meses y ha tenido ya dos abortos. En 2022 entraron a vivir en este piso del barrio de Vallbona, vacío desde la pandemia de Covid, cuando murieron los ancianos que allí vivían. De protección oficial, han pedido reiteradamente a los servicios sociales un realojamiento de emergencia pero solo les ha llegado la orden de desahucio provocada por el mismo ayuntamiento de Barcelona.
LA CASA DE MARINA
Marina llegó a su casa del Carrer del Mar de la Barceloneta con sus padres en 1934. Se casó y tuvo a sus hijos allí. Un día le llego una carta del juzgado en la que se le instaba a abandonar el piso, ya que según argumentaba la propiedad, su contrato no era indefinido sino de los años 80. Después de una larga batalla judicial con el apoyo vecinal y familiar el juzgado y el propietario, el BBVA, tuvieron que admitir que Marina es la arrendataria vitalicia del piso.
EL CONTAINER DE MZIA
Mzia nació en Racha, Georgia, en 1956. Llegó a Barcelona el año 2018 y desde entonces vive con su hijo en unos antiguos containers que servian de casetas del desaparecido campo de futbol de La Magória en Sants. Sin agua y sin luz, ha adecentado el espacio lo mejor posible. El plan «Endreça» del alcalde socialista Collboni incluye la eliminación de todas las viviendas de fortuna de la ciudad aunque sea sin alternativa habitacional.
LA VIDA DE VICTORIA
Victoria Sunday y su hijo Abraham alquilaron el piso de la calle Perafita 65 en 2018 con un alquiler de 355€ al més. Durante la pandemia Victoria perdió su trabajo de limpiadora de habitaciones de hotel y no pudo seguir pagando. En 2021 le llegó la demanda de desahucio. Ha intentado negociar la deuda sin éxito con la propiedad Budmac Investiments, empresa que se dedica a la adquisición y promoción de pisos.
LA GRIETA DE LLUÏSA
La Lluïsa es de Sant Andreu de toda la vida y vive con su madre en el primer piso de una casa antigua de la calle Otger donde la familia reside desde hace cinco generaciones. Emilia, su madre de 90, años nació allí. La propiedad, Gabriel Ribó, de Sant Andreu de toda la vida y primo hermano de los propietarios de Finques Campanyà, tienen cerrado y en estado de abandono el resto del edificio. Al reclamar Lluïsa la reparación de una grieta por las obras de un edificio vecino la propiedad advirtió del mal estado de la finca para justificar que se pueda demoler y construir una nueva promoción de pisos.
LA BLANCA DE LA CALLE DELS BOTERS
Blanca tiene 80 años y cuando entró de novia en su casa de la calle Dels Boters 5 en 1969 hizo bendecir el piso. Sin que le fuese comunicado el piso fué comprado por una abogada que lo queria dedicar a alquiler vacacional. Aprovechandose de la edad avanzada de Blanca y el impago de una factura de 88€, la nueva propietaria Susana Martínez Callejón, consiguió tras 7 intentos de desahucio, que Blanca acabara en una pensión fuera de su barrio de toda la vida.
LA HIPOTECA DE JUANJO
Juanjo (Barcelona 1967) lleva 24 años en su piso del 132 de la calle Rasos de Peguera. Lo compró con su exmujer el año 2000 con una hipoteca inicial de 600€ al mes. Antes que él otras dos familias habían comprado ya el piso desde los años 70. El año 2013 después de divorciarse no pudo asumir la hipoteca de 1300€ de BBVA y pidió la dación en pago y un alquiler. El contrato de alquiler se acabó en 2020 y al día siguiente le llegó la carta para que abandonara el piso. Sigue luchando desde entonces para conseguir un alquiler social en su apartamento y ya ha sufrido tres intentos de desahucio por parte de Cerverus, actual propietario, un fondo buitre.
EL HOTEL DE JORDI
Jordi Papell vive en un piso de Via Laietana número 42. Es el hotel Ilunion Almirante. Pero Jordi no es un turista, lleva 66 años viviendo allí. Vio como los propietarios de los bajos iban echando a todos los inquilinos y comprando los pisos para convertir el edificio en un hotel. Pero decidió quedarse. Ahora para entrar y salir de su casa se codea con maletas, le dejan el correo en recepción y su piso ocupa un total de 6 habitaciones de hotel. La propiedad sigue esperando algún resquicio para poder echarlo.
EL EXILIO DE SERGIO
La familia de Sergio (Barcelona 1977) vivía en el Raval desde hacia 90 años. Los últimos años Sergio y su madre Enriqueta vivían juntos, ella enfermó y él la cuidó hasta su muerte. Al quedarse solo entro en depresión y no se dio cuenta de que la propiedad ya no cobraba el alquiler de la cuenta de su madre durante varios meses. Intentó negociar los impagos, pero la propiedad aprovecho para pedir su desahucio. Lo echaron de la casa familiar y ahora está en casa de una hermana. Quiere volver a su barrio de toda la vida.
EL PELO DE YOLANDA
Yolanda tiene 30 años y dos hijos de 9 y 5 años. Hace siete años que vive en un quinto piso sin ascensor de la calle Rasos de Peguera de Ciutat Meridiana, propiedad de la Sareb que forma parte del programa «reallotgem» de la Agència de l’Habitatge de Catalunya. Intenta que le concedan el piso, pero le dicen que tiene que pasar por una lista de espera que dura dos años. Después de cuatro intentos de desahucio, empieza a perder el pelo.
LA VECINA DEL REFUGIO
Isi Saez lleva diez años viviendo junto a su compañero en un piso de 1945 de la calle Tapioles del Poble Sec. No tiene ascensor, las paredes son de papel y los cerramientos son originales. El edificio està catalogado ya que cuenta con un refugio en el sótano. Un día llamaron a su puerta para comunicarles que un fondo inversor había comprado todo el bloque, que se harían obras para poner un ascensor y que cuando se les acabase el contrato no renovarían a los vecinos. Les ofrecieron comprar los pisos por un precio que no pueden pagar: 320.000€. Han decidido unirse junto a otros bloques de pisos comprados por fondos especuladores, es este caso Second House, vinculado con Renta Corporación cuyo principal accionista Luis Hernández de Cabanyes.
Jacint Ferrer, el desahucio del siglo
A Jacint todo el barrio lo conoce. Nació en 1927 y tenia tres años cuando su familia se instaló en la calle Ruiz de Padrón 60, año 1931. Durante 40 años regentó la pollería del barrio. Se casó y vivieron con su mujer e sus hijas allí. En 2018 alguien compro su piso sin que él lo supiera. Al cabo de poco tiempo le dejaron de cobrar el alquiler. Sorprendido un día recibió una carta de desahucio por impago. La movilización de todo el barrio logró que Jacint pudiera quedarse en su casa.
El SAQUEO DE LA CASA DE ROSARIO
Rosario Bravo de 97 años vive desde 1960 en la Ronda de Torrassa 95, sobreático primero. Tiene 97 años y una salud muy delicada. Pasa temporadas en casa de uno de sus hijos. Un día los vecinos advirtieron que había gente en su piso. La habían desahuciado por error, se equivocaron era el piso de abajo. Los hijos llegaron a tiempo de impedir el robo de todas sus pertenencias. Pero faltan muchas cosas. Nadie sabe donde están. La propiedad no sabe nada. El juzgado que no acudió al desahucio tampoco. El cerrajero no se sabe quien fue. Nadie asume ninguna responsabilidad.
EL BANCO DE MAIKA
Maika (ficticio) vive con su marido y sus dos hijos en una antigua oficina bancaria de la Caixa Catalunya en la calle Mare de Déu de Port. El despacho del director es hoy la habitación de matrimonio. Su hijo pequeño solo ha visto esa casa desde que nació. Viven solo en una parte de la sucursal, ya que en la otra hay una plaga de chinches que no les deja vivir y en el sótano las ratas les muerden los zapatos.
INTIMIDADES DESAHUCIADAS